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“Nunca pensé acerca de esto… ahora pienso en ello todo el tiempo”

Por April L. Díaz para "La Academia del Ministerio Juevnil"
http://www.academiadeministeriojuvenil.org/


Escuela Dominical y un pastel de carne

Pasé la mayor parte de mis años de formación creciendo en una iglesia cristiana ultraconservadora. Los cristianos que conocí amaban mucho a Dios y también tenían muy claro los límites de lo que se necesitaba para amar a Jesús: no beber, no maldecir, no usar joyas, no utilizar instrumentos en la iglesia, no casarse con alguien que no fuera de la iglesia y, definitivamente, las mujeres no podían tener papeles de liderazgo “influyente” en la iglesia. Las excepciones a esta última regla fueron que a las mujeres se les permitió - incluso fomentó - enseñar a los niños hasta que los varones pasaban a la secundaria [porque los niños no eran influenciables?] y también se le permitió manejar todo lo relacionado con los alimentos - comidas informales, bodas, funerales. Esos eran los papeles para las mujeres. Sin preguntas.

Así que nunca crecí pensando en lo que podía hacer en la iglesia, mucho menos pensando acerca de cómo Dios me había dado dones. Nunca pensé en este tema. Estaba claro lo que podía hacer - enseñar en la Escuela Dominical y hacer pastel de carne.

Hacer lo mío
Dándole un vistazo rápido a mis años de bachillerato, puedo recordar que desde que mi familia salió de esta iglesia ultraconservadora, mi teología acerca de lo que las mujeres «pueden hacer" en la iglesia fue ampliada. Estaba siendo una líder efectiva en mi escuela y en el ministerio en el campus de la escuela. Dios me estaba usando y afirmando en el liderazgo y en los dones de comunicación. Dios estaba usándome para llevar a muchos de mis amigos a Cristo. Todo fue muy emocionante, pero tampoco tenía sentido con la enseñanza formativa y de principios a la que había estado expuesta como una chica.

Entonces, cuando tenía 16 años, me encontré a mí misma asistiendo a un congreso sobre el ministerio juvenil en una iglesia en Chicago. Si bien nunca antes había escuchado la voz de Dios de manera audible, mi llamado al ministerio fue lo más cercano a esto. A la mitad del culto estaba sentada en mi lugar, al lado izquierdo, enfrente del auditorio y fue entonces que oí la voz de Dios en voz alta y clara. Me estaba llamando a servir de tiempo completo en el ministerio juvenil. A partir de ese momento, nunca me pregunté si yo “podía” hacer lo que Dios me había llamado a hacer. Yo simplemente sabía que tenía que seguir obedientemente ese llamado.

Desde mi primer año de ministerio, nunca quise que mi ministerio fuese acerca de mi género, sino sólo "hacer lo que tenía que hacer", viviendo mi vocación de la mejor manera que sabía hacerlo. Durante la primera década de mi experiencia en el ministerio, muy de vez en cuando pensé en el hecho de que yo era una mujer en el ministerio o una pastora. Simplemente guié y enseñé con plena libertad. No obstante, en los últimos años he estado pensado todo el tiempo acerca de lo que significa ser una mujer en el ministerio.

Los susurros de la Esperanza

Tal vez sea debido a una conversación que tuve con una estudiante del 8º grado. Grace me dijo lo emocionada que estaba que yo fuera su pastora de jóvenes - porque yo era una mujer como ella. A su manera, siendo una jovencita de 8º grado, también me dijo que a pesar de que había "crecido" en la iglesia, nunca había pensado que podía ser pastora, porque ella era una mujer, pero ahora se daba cuenta de que podía ser pastora algún día.

Tal vez ahora pienso en este tema todo el tiempo, porque regularmente tengo conversaciones "privadas" con mujeres [email, en línea o en persona] sobre su llamamiento al ministerio, pero que sienten que NO pueden hacerlo; o conversaciones sobre algunos líderes varones que simplemente no lo aceptan o que se sienten inmediatamente invalidadas cuando comienzan a llorar en una reunión; o conversaciones con las mujeres acerca de lo solas que se sienten al estar en una reunión como la única representación femenina; o conversaciones confesando la inseguridad al cuestionarse si realmente pueden decir o hacer lo que un líder varón hace; o conversaciones con las madres que están siendo líderes, pero experimentan la tensión entre el hogar y la iglesia y no sienten la libertad de parte de sus iglesias para liderar creativamente en ambos escenarios. Tengo estas conversaciones con una regularidad alarmante.

Amén
Todo lo que sé es que acostumbraba a no pensar en mi género y mi don de liderazgo y ahora pienso en ello todo el tiempo. Cuanto más tiempo estoy en el ministerio, más profundamente estoy convencida de que el no desarrollar, no facultar y no dar libertad a la mujer para dirigir es una injusticia fundamental en la iglesia que necesitamos corregir. La iglesia necesita desesperadamente voces masculinas y femeninas con el fin de representar de una mejor manera el Cuerpo de Cristo y el corazón de Dios. Si eres una mujer, ¿con humildad y confianza tomarías tu lugar de liderazgo en el Cuerpo de Cristo? Si eres un hombre, ¿aplaudirías y alentarías a una mujer para dirigir, ya que Dios les ha dado dones a ellas? El corazón de Dios está pidiendo a gritos esto y el Cuerpo necesita urgentemente de esto por el bien de la venida del reino de Dios en la tierra así como en el cielo. Amén.

Preguntas para reflexionar

1. ¿Tus líderes y los equipos de enseñanza reflejan de manera equitativa las voces tanto masculinas como femeninas?

2. ¿Qué aspectos de Dios y su iglesia traen de manera particular las mujeres a las conversaciones y a las decisiones de liderazgo?

3. ¿Cómo se puede dar el siguiente paso [en términos de logística, de relaciones, de estrategias y de teología] para desarrollar, facultar y dar libertad a las mujeres en tu contexto?

4. ¿Hay alguna mujer alrededor tuyo a la que tienes que pedir disculpas por excluirla o no invitarla a la mesa de liderazgo?



April ha estado involucrada en el ministerio desde 1997. Ella es la pastora de “Next Gen” en la Iglesia Newsong en Irvine, California, donde ha estado desde el año 2004. Antes de Newsong, participó en los ministerios de jóvenes de Willow Creek durante 7 años en una variedad de roles. April está apostando todo en el hecho de que la iglesia existe para la próxima generación y ha desarrollado intensamente líderes para servir a esta próxima generación. April es parte del Consejo Asesor del Instituto de la Juventud de Fuller y del Equipo de Liderazgo para el Proyecto Orígenes. Habla y escribe con frecuencia sobre cuestiones de la pastoral juvenil, el cuidado del alma y la justicia. Como un secreto, ella es fan de los programas de realidad virtual (reality shows), es una chica total y lee más de lo que puede poner en práctica. April todavía se le cae la baba por estar con quien ha sido su marido por 9 años, y están llegando al final de un largo viaje de adopción de dos pequeños de Etiopía.